Cuenta la historia que alrededor de seis millones de
judíos fueron asesinados en los campos de concentración alemanes durante la
segunda guerra mundial. Lo que allí ocurrió ha sido ampliamente documentado en
libros, películas y otro tipo de testimonios, los cuales seguramente se han quedado cortos frente a las
atrocidades históricas que se cometieron en contra de grupos perseguidos por
los alemanes nazis por su “inferioridad
racial”.
Uno de
dichos testimonios fue el de Viktor Frank, psiquiatra judío, quién no solo
sobrevivió al holocausto nazi, sino que aún en medio de esta experiencia logró
un aprendizaje que salvó su vida y, años
después de finalizada la segunda guerra mundial, reveló una faceta aún más
profunda del conflicto: el pensamiento de un superviviente
Y lo
hizo en su libro El Hombre en Busca de Sentido,
una lectura de esas que atrapa y no suelta hasta terminarla. “Cualquier tentativa para combatir la presión
psicopatológica del campo sobre el prisionero, por medios psicoterapéuticos o
de otra índole debía encaminarse a fortalecerlo interiormente señalándole una
meta futura a la que aspirar, un objetivo por alcanzar”.
Una
meta. Un objetivo. Aún en las circunstancias más severas, el ser humano
necesita fijar su mente en algo más elevado que su situación presente. Esto,
porque en adición, Frank comprobó que al
hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa, la última de las libertades
humanas: la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino.
Me llamó
poderosamente la atención la esencia de este libro, pues no son pocas las veces
en las que en mis sesiones de coaching personal o en conversaciones con amigos escucho frases como “no sé que hacer ahora”, “no
tengo un motivo para vivir”, “estoy cansad@ de llevar esta vida” y coincidiendo
con las conclusiones de este hombre, les llevo a preguntarse si realmente se
han detenido a pensar cuál es su propósito de vida, su visión.. como diría
Frank: el sentido de su vida.
No es sencillo, más aún cuando generalmente de
niños jamás nos hablan de estos temas y nos vemos caminando por la vida en
búsqueda de soluciones del día a día, aferrándonos a personas, trabajos o círculos sociales, que
si bien no nos llenan, nos permiten continuar la vida sin apuros y cuando por
alguna razón las perdemos, el piso se nos mueve y nos vemos en un callejón que
pareciera no tener salida.
Este
sobreviviente del holocausto nazi dejó de pensar solo en lo que estaba viviendo, en los
ultrajes que recibía, en el olor a muerte que le rodeaba constantemente y se
imaginaba a sí mismo de pie en el estrado de un salón de conferencias bien
iluminado, frente a un auditorio dictando una conferencia sobre la psicología
de los campos de concentración. Y fue gracias a esa visión que se distanció de
la situación y vivió cada experiencia como un aprendizaje que le permitiría
llegar a esa visión final, lo cual le permitió situarse por encima del sufrimiento actual.
No se
trata de ignorar el presente, sino de darle un sentido. Como lo dijo Nietzsche,
“el que tiene un porque puede soportar cualquier como”.
¿Cómo
hacerlo? Reservándonos espacio y tiempo para tener una conversación con nosotros
mismos y preguntarnos ¿quién queremos ser al final de nuestros días? No sabemos
si ese final va a ser mañana o en 20 años, pero si hoy comienzo a trabajar en
eso y me visualizo en lo que si quiero
ser, no solo en que quiero tener, de seguro cada día va a ser diferente.
Pero cuando no tengo nada a que aferrarme, un sueño
al cual perseguir, no me tomo el trabajo de reconciliarme, si es el caso,
conmigo mismo y reconocer los valores, habilidades y capacidades que tengo, estoy
cediendo espacio a la angustia, la ansiedad y de repente, la frustración frente
a mí mismo.
De
seguro hemos vivido esos sentimientos, los podemos estar viviendo, lo
importante es reconocerlos y escuchar lo que nos quieren decir y hacer un alto para tener una conversación con
nosotros mismos. Las señales siempre están en el camino, el problema es que a
veces las ignoramos. ¿ Qué piensas tu?
¿Este señor es el qué dio nombre al"síndrome del resiliente"?
ResponderEliminarAl parecer no Ludovico, aunque si tuvo que ver otro descendiente judío llamado Boris Cyrulnik, quién junto con el psiquiatra infantil Michael Rutter (1970),inspirados en el concepto físico, introdujeron el término en psicología para denotar la capacidad de las personas de superar tragedias o acontecimientos fuertemente traumáticos.
ResponderEliminarInteresante la situacion que narra Victor Frank cuando encontro al cambiar su ropa obligado por los nazis perdiendo de esta forma sus apuntes, y al ponerse las ropas de otro condenado encuentra un rollito
ResponderEliminarcon la oracion "Oye Israel el Señor es tu D.os-" La Fe motor de la Esperanza